Simplemente no tengo ganas…

¿Te ha pasado que sabes que deberías leer la Palabra, pero simplemente no tienes ganas? Seamos honestos: todos hemos experimentado momentos de dejadez, cansancio espiritual o falta de deseo de abrir la Biblia. Si hoy te sientes así, te tengo una buena noticia: no estás solo. Este sentir es más común de lo que pensamos, y no significa que tu fe esté fallando.

Recientemente, en una clase, alguien habló exactamente de este tema y usó una expresión que se quedó conmigo: “force feeding”, es decir, obligarnos a alimentarnos. Al escucharla, algo hizo clic en mí. Es como cuando los niños no entienden el beneficio de comer alimentos saludables y los padres, por amor, insisten porque saben que esos nutrientes son esenciales para su crecimiento. No se trata de ganas, sino de necesidad.

Con la Palabra sucede lo mismo. Hay temporadas en las que el hambre espiritual parece dormida, pero es justamente ahí donde debemos ser intencionales. Aunque no sintamos, aunque cueste, seguimos comiendo… y poco a poco, el apetito vuelve a despertar. No dejes de alimentarte. Hoy puede ser el día en que retomes el hábito, no por emoción, sino por convicción. Tu espíritu lo necesita.

Inicia hoy con un solo verso si es necesario, lo pequeño también nutre.

  1. Lee aunque no sientas ganas: la constancia despierta el hambre espiritual con el tiempo.

  2. Repite el verso durante el día, medítalo, hazlo tuyo.

  3. Pide ayuda al Espíritu Santo antes de leer; no estás leyendo solo.

  4. Sé paciente contigo mismo: el apetito espiritual se forma, no se improvisa.

Bendiciones,

Betzy Gomez

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